


Relatar los aspectos más importantes de la vida de Monterrey desde sus pobladores originales hasta la actual ciudad globalizada
Ante la inminencia de un ataque militar angloamericano a Monterrey, el general Pedro de Ampudia solicitó con mayor apuro el envío de hombres habilitados de palas, barras y azadones para construir obras de defensa; decretó algunas disposiciones a favor del pueblo para que los comerciantes no abusaran en los precios y activó la leva a fin de contar con el mayor número posible de individuos para la defensa. El 15 de septiembre, seis días antes del ataque a la ciudad, envía una circular a los alcaldes nuevoleoneses para que sí se llegase a presentar algún desertor del ejército norteamericano en sus jurisdicciones lo remitieran al cuartel general. De manera adjunta, incluyó una orden traducida al inglés la cual tiene por objeto hacer entender a los soldados invasores que deseen abandonar “aquella bandera” y de la buena disposición con que serán acogidos por el pabellón mexicano.
La ciudad vivía momentos inéditos de su historia, ya que nunca un conflicto armado había tocado las fibras sensibles del regiomontano. Con el ejército norteamericano a las puertas de la capital nuevoleonesa “la ciudad tomaba el aspecto severo e imponente de una plaza guerrera”. Sotero Noriega, testigo presencial de los hechos nos narra de manera dramática los hechos acontecidos en Monterrey previos al ataque norteamericano a la capital de Nuevo León:
La ciudad fue fortificada primero por el oriente construyéndose cuatro fortines: el de Tenerías ubicado en el barrio del mismo nombre, por el antiguo camino a Marín; el del Diablo ubicado a
El plan original de defensa de la plaza de Monterrey se sustentaba en presentar combate en el paraje conocido como Papagayos al norte de la ciudad, ya que en caso de retirada, el terreno daba ventajas para llegar a salvo a Marín. Ante el rechazo de
Las batallas de Monterrey iniciaron justo cuando la ciudad celebraba 250 años de su fundación. Las familias habían abandonado la ciudad “vertiendo lágrimas por sus deudos y con el terror en sus semblantes.[3] El historiador Ahmed Valtier refiere que el miedo latente de quedar atrapados en medio de la batalla provocó que muchas familias regiomontanas huyeran de la ciudad en busca de refugio, ya fuere en fincas en los alrededores o con familiares a otros poblados.[4]
[1] José Sotero Noriega, “El Sitio de Monterrey”, en González, Miguel y Morado César, Monterrey Ocupado. Fondo Editorial Nuevo León, Monterrey, 2005, p. 174
[2] Este fortín abarcaba las actuales calles de Juárez, Tapia, Guerrero e Isaac Garza.
[3] José Sotero Noriega, “El Sitio de Monterrey”, en González, Miguel y Morado César, Monterrey Ocupado. Fondo Editorial Nuevo León, Monterrey, 2005, p. 174
[4] Ahmed Valtier. María Josefa Zozaya, la heroína de la batalla de Monterrey, en Revista Atisbo, No. 10, p. 24
LOS NORTEAMERICANOS AVANZAN HACIA MONTERREY
Declarada la guerra entre México y los Estados Unidos en mayo de 1846, el gobernador de Nuevo León solicitó a los alcaldes la organización de una milicia cívica nuevoleonesas que combatiría las fuerzas norteamericanas que habían invadido territorio nacional, y sería integrada “por todo nuevoleonés desde la edad de dieciocho años hasta los cincuenta años.” Esta milicia exceptuaría de la lista a los eclesiásticos seculares y regulares, a los sirvientes domésticos y de las haciendas. Además, estaría bajo la autoridad del gobernador, siendo los ayuntamientos y juntas municipales los encargados de abrir la lista de reclutamiento.[1]
Algunos municipios se vieron en serios aprietos para organizar las milicias locales tales como Apodaca y Punta de Lampazos, pero en el caso de Monterrey el alcalde 1º José María de
Ante la fantasma de la guerra rondando en la región, hubo en la ciudad un mismo sentir contra el enemigo invasor. Mientras el sector civil y militar se comprometió a salvar la tranquilidad de las ciudades y villas nuevoleonesas, el otro sector, el eclesiástico, cooperaría para la causa oficiando misas y oraciones que garantizaran el triunfo de las armas nacionales.[3]
Tras los desastres militares en Palo Alto, Resaca de
[1] AGENL., Colección: Correspondencia Alcaldes, Cerralvo, Caja 13, 4 de julio de 1846
[2] AGENL, Colección: Correspondencia de Alcaldes, Monterrey, Caja 32, 4 de junio de 1846
[3] AHM, Colección: Guerra México-EEUU, Volumen: 1, Expediente: 1, Folio: 2
[4] AGENL, Colección: Periódico Oficial, Semanario Político, 22 de junio de 1846
[5] AHM, Colección: Guerra México-EEUU, Volumen: 1, Expediente: 1, Folio: 1
Finalmente, durante la administración municipal 2006-2009, el Cabildo regiomontano aprobó en sesión ordinaria el Reglamento del Escudo de Armas del municipio de Monterrey el 14 de noviembre de 2007, el cual protegerá su uso en las dependencias municipales. El reglamento, en su capítulo cuatro, refiere lo siguiente:
El escudo de armas debe tener las siguientes características: